sábado, 5 de agosto de 2017


En mi último viaje a Salamanca confluyeron en tiempo y espacio, el libro de Charo Alonso, “Dama Luna” y la película de Jonathan Cenzual, “El pastor”.

He leído con interés el libro y he visto la película en dos ocasiones. He podido hablar con los autores de sus creaciones y me interesa cruzar las historias por lo que se asemejan en lo metafórico, produciéndose los hechos contados  a un siglo de distancia entre ellos.

En alguna ocasión he leído que la historia no es lo que realmente se vive sino lo que cada uno recuerda después de que se procesa mentalmente. Los sucesos se pierden en el tiempo, cada persona guarda una idea de lo vivido o de lo que le argumentan. Ahora bien, la esencia es innegable. De aquello que se queda en nada, late el sentir esencial.

A principios del siglo XX, Inés Luna Terrero nace hija única, con un padre que “cuenta la leyenda edulcorada” lleva la electricidad a Salamanca y su provincia. Construye un palacete, “El Cuartón” donde reside con su mujer y su hija a quien llamaban Bebe. Pasado el tiempo, en la adolescencia, Inés Luna se queda prendada del hijo de uno de los renteros de la finca. Ante dicho sacrilegio, Carlos Luna, padre de Inés, despide y arroja fuera de la finca a todos los cuidadores del ganado, las tierras y el servicio casero, dejándoles en una situación similar a los protagonistas de “Las uvas de la ira” de John Ford. Se trasladan de pueblo y allá en el horizonte fundan Centenares. Crean una forma de vida y siguen como pueden adelante con sus vidas.
En el caso de la película de Jonathan Cenzual, “El pastor”, la historia narra las amenazas que sufre este pastor, Anselmo, que ve violentada su forma de vida cuando unos promotores inmobiliarios le quieren comprar la tierra. Es la Salamanca contemporánea, meseta adentro, siglo XXI la que nos ilustra el director.

Las dos historias confluyen en algo determinante para ambas. En la primera, la que el libro nos relata, es el dinero y el poder político que tienen los Luna -el abuelo había sido senador por la provincia de Salamanca y a Inés Luna se le atribuyen amores ilícitos con Primo de Ribera- mientras en la segunda lo que la película nos muestra es la intrusión del dinero corrupto y robado a los contribuyentes de los inversores inmobiliarios, para comprar las tierras de este pastor que decide por voluntad propia seguir cuidando de sus ovejas y su perro como forma de vida.
Inés Luna dilapida toda la fortuna de sus antecesores hecha con el sudor de los obreros en viajes, compras y extravagancias; los inversores inmobiliarios quieren arrebatar a toda costa la forma de vida del pastor con la fortuna hecha de la corrupción y la expulsión de las casas de muchas familias. La confluencia de cómo se producen los hechos goza de una similitud que no podemos negar, ni eludir.

¿A que conduce toda esta reflexión? Pensemos con calma.

La película es buena muestra de un cine social que invita a reflexionar a muchos niveles. Podríamos empezar analizando a los personajes en su interior y el papel que ocupan dentro del contexto social.
-El protagonista, Anselmo, un pastor charro de la castilla adentro, acostumbrado al trato con la naturaleza y los animales que solo se asoma a la vida en sociedad cuando necesita algo. Es persona de necesidades limitadas. Lo veremos en la biblioteca, mostrándose buen lector, en la consulta del veterinario atendiendo a las necesidades de su perro, en el bar del pueblo tomándose un vino al final del día y poco más. Hombre de compleja vida interior que cuenta más por sus silencios que por sus negativas verbales a hacer con su vida algo que no le interesa para nada. De trato cordial pero distante. Desconfiado e indiferente, rústico que no grosero. Solo se impacta por acontecimientos muy serios (caída al pozo del niño, ataque brutal a su amado perro…)
-El policía, su paño de lágrimas ante los ataques de los vecinos que quieren vender sus tierras para procurarse mejoras materiales, saldar deudas y poder llevar a sus hijos a la universidad.
-Los vecinos de perfiles simples y desasosegados por todo lo que de material tiene la vida que tenemos y la falta de dinero para cubrir necesidades que nos hemos hecho inevitables.
-La bibliotecaria, mujer de provincia pequeña que va y viene por la vida en un mundo de apariencia cerrada y aburrida.
-El director de las inversiones perfilado como alguien presuntuoso y lleno de ambición que no va a dudar en traicionar y dejar sin nada a quien le impida lograr sus propósitos.
Todos conforman un grupo de hombres y mujeres de la actualidad cotidiana e inherente.

“El pastor” es un filme que en palabras de su director nunca pretendió ser un western. El avance y el desarrollo de los acontecimientos lo convierten en una historia que irremediablemente nos conduce a que lo referenciemos como tal.
Sus protagonistas caminan en esa dirección. Se va pasando del intento de conquista y colonización de la tierra de Anselmo, -el deseo de ocupar su tierra, acabar con sus ovejas y destruirle su paisaje- al enfrentamiento por parte de los vecinos y la inmobiliaria, metáfora de progreso y prosperidad, y garante de seguridad y bienestar. Acompañado todo ello de una violencia insólita como épica colonizadora, solo que aquí como en “Perros de Paja” de Sam Peckinpah, será el pastor quien lo resuelva.
El trasfondo moral que se adivina empuja al espectador a cuestionarse temas de actualidad inminente, como son el fraude de los inversores a los contribuyentes, la violencia por toda acción-opción que se aleje de lo común, la falta de coherencia con las situaciones que se viven, incluso la violencia verbal contra las mujeres.
Destacar la importancia que se concede en la película a los animales en este caso ovejas y un perro que es el amor incontenible de Anselmo. Le hace feliz su compañía, sus silencios leales y será una situación creada en torno al mismo lo que conduzca a la resolución de la trama dramática de la película.

Dotada en una primera parte de una fotografía espléndida con imágenes que nos muestran el amanecer y el atardecer, caminando a la salida y la caída del sol Anselmo y sus ovejas.
En el transcurrir del film veremos una evolución-emocionalidad narrativa que acaba derivando en thriller psicológico, donde la condición humana anida y se vuelve grotesca. Soledad, codicia y supervivencia se convierten en los tres parámetros que determinan la historia. En torno a ello Jonathan Cenzual consigue interesar e intrigar al público, creciendo la tensión en la medida que la trama va resolviéndose. Gran valor el artístico por parte de su director que consigue con un presupuesto reducido una película muy interesante.
Jonathan Cenzual y Javier Tolentino el 14 de julio de 2017 en un primer encuentro del "Séptimo Vicio" y "Zoes" con los cineastas salmantinos en "La Salchichería" en el Barrio Oeste de Salamanca
"Dama Luna" de la escritora y periodista "Charo Alonso"